Las manos enguantadas y el lluchu que protege su sabiduría, cubren la sonrisa que me recuerda los vitales tiempos en que discutíamos cómo lograr una vida mejor, Xavier con su máquina de escribir y yo con la guitarra.
Ayer nos reunimos en Cochabamba para hacerle un homenaje y después de los abrazos nos despedimos hasta el próximo encuentro.
-Dónde-- preguntó Xavier argumentando que ya no puede volver a la altura de La Paz-
Yo volveré a Cochabamba--- le contesté, nos encontraremos en cualquier parte.
Reafirmando nuestra promesa, Xavier me dice:
-Nos volveremos a encontrar aunque sea en el infierno. (Reímos todos) y yo contesté:
Cualquier lugar será bueno para abrazarnos querido Xabier Albo Rada.Luis Rico