GLORIA CEPEDA VARGAS.
El diccionario define el retruécano como “la reorganización diferente de los elementos de una oración en otra oración subsiguiente en la que se invierte la posición de los términos que contrasta con el de la primera”. Síntesis: iguales palabras, distinto encabalgamiento, opuesto significado en un solo trazo.
A veces esto de las figuras o licencias literarias parece pretender complicarnos la vida. El retruécano, tan avaro que no se permite gastar municiones extras en su intento de batallar con la razón, lo reafirma. Y por eso Cioran, marrullero de tiempo completo, decidió sacarlo de la solemnidad que le brindan diccionarios y recintos académicos para uncirlo a esa carreta crujiente que es “El inconveniente de haber nacido”, donde entre cínico y derrotado, confiesa: “Perdemos al nacer lo mismo que perdemos al morir: ¡todo!. ¡Bravo inofensivo tirador a campo traviesa! Esto va más allá de las conmutaciones que nos asestas sin reato alguno. Más allá de las adocenadas sintaxis y los martillazos semánticos, más allá de quienes te tildan de pesimista irredento o de ácido tramoyista. Porque la verdad no es una doncella inofensiva ni un metal maleable. La verdad verdadera, verídica y veraz, es ese esqueleto que desnuda sin piedad nuestros infantilismos jactanciosos.
Dicen que su inmensa producción ensayística se resuelve entre el aforismo y la paradoja. Tal vez esa mezcla de admoniciones e incoherencias consagradas, conoce nuestra vulnerabilidad y en consecuencia, nuestros temores y por eso se divierte proyectando la misma película al revés y al derecho. Haciendo de nuestro desconcierto su muñequito de cuerda. Echándose al bolsillo esa mezcla de fábula y deseo que nos aprieta el cuello con el nombre de patrimonio cultural.
Dirán que los cintarazos que fustigan las páginas de “El inconveniente de haber nacido”, no responden morfológicamente a lo que conocemos como retruécano o conmutación. Si nos permitimos ahondar en esas acotaciones en apariencia juiciosamente enfiladas, encontraremos desglosados los dos miembros de esta especie de ecuación gramatical. Un retruécano es el título del libro ¿Nacer es un inconveniente? ¿Y si es así por qué lo saludamos como a la aurora? ¿Son iguales el origen y el fin? ¿Nacer es morir y morir es empezar de nuevo? ¿Lo que principia en luz se revierte en un hueco tenebroso o viceversa?
El retruécano es un divertimento. Nada agrega ni quita al manejo adecuado del idioma. Aquí y allá, aquende y allende, las palabras se visten y desvisten casi al unísono para convertirse en ubicuas protagonistas de la necesidad humana de respirar.
Y no obstante, esta cinta elástica, tiene un punto sólido e inmóvil. Por eso, los libros de este filósofo singular, son explorados con avidez por un buen número de seres que tienen el valor de mirarse al espejo.
En fin Emile Cioran, mascullador de frases que de puro asertivas se permiten el lujo de cambiar de atuendo en cada una de sus apariciones: “”Solo les perdonamos a los niños y a los locos su franqueza. Los demás, si tienen la audacia de imitarlos, se arrepentirán tarde o temprano”. Así es, cambio de guardia, igual recurso, distinto resultado.
GLORIA CEPEDA VARGAS.