Cuando las palabras se agotan
los hombres esconden sus lágrimas
y la rigidez del silencio abre el cielo.
La espada filosa que separa los rasga
en pretéritos y futuros inciertos...
Algunos son poetas y artesanos
de su propio destino
sin importar que las palabras se las lleva el viento...
Estampados en viejos retratos
ellos viven en el cautiverio de sus sueños
de recuerdos felices
y su dolor es su alegría de ayer
como llagas que no cierran...
Entonces pintan girasoles rojos sobre su cama
se rodean de gatos azules que los acompañan
de peces de colores que les hablan
y de pájaros que los acarician con sus alas
para amortiguar su dolor...
Quieren salvar al mundo y lloran.
El Amazonas arde en llamas
ignorando las palabras y el grito
de los ambientalistas...
Los bardos siempre han llorado su propio Amazonas
ellos conocen las llamas desde sus costados
y se revelan ante si mismos
al ser pequeños dioses que sueñan sueños
de palabras que reparten en cada esquina.
La existencia se extingue ante el fuego devorador
los poetas perpetúan el éxtasis de sus quimeras
en ramilletes que cantan a las horas
para abrazarnos hoy, porque ayer fue
y mañana tal vez sea tarde.