EL CALVARIO EN VIDA DEL NIÑO MAXI DESPUÉS DE SER ABUSADO.RECIBIDO Y PUBLICADO EL 16 DE DICIEMBRE DE 2017
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EL CALVARIO EN
VIDA DEL NIÑO MAXI DESPUÉS DE SER ABUSADO
En Agosto de
2014 el médico especializado en cirugía infantil, Eduardo O. Ale, después de
constatar gravísimas lesiones anal e intestinal que presentaba
A.M.O., de 7 años, denunció el abuso que había sufrido Maxi, quién vivía
con sus padres M.A.O y M.A. y sus seis hermanos en el barrio Jesús de Nazaret.
El médico denunció el caso. Intervino la Fiscalía de Investigación 9, a cargo
de la Dra. Carmen B. Scarpín. La situación familiar era y es desesperante. El
Estado chaqueño estuvo y está ausente.
La causa judicial avanza perezosamente. El
posible abusador “Japo” V., que era vecino, inexplicablemente sigue prófugo
desde 2014. La familia de la víctima nunca entendió por qué el abusador no ha
sido capturado y juzgado cuando saben que cada tanto reaparecía en el Barrio
después de que se fuera de su vivienda. Los padres de Maxi están convencidos de
que no se quiere detener al abusador para que la Fiscalía Penal active la investigación.
Denuncias por abuso
El médico
diagnosticó que el niño presentaba un absceso perianal con gravísima infección, por lo que ordenó su internación en el
Sanatorio Antártida. Luego de varias intervenciones confirmaron que Alexis presentaba
lesiones anales compatibles con abuso sexual, no pudiendo descartarse
que fuera empalado. Hasta ese momento
la mamá del niño desconocía quién abusó
de su hijo y no pudo aportar ningún dato relevante para identificar al
abusador.
El padre de Maxi
efectuó otra denuncia en la que
manifestó “hace siete meses, aproximadamente, le había brotado un nacido en la
parte del ano, y hace más de diez días nuevamente le volvió a salir un nacido
en el mismo lugar”. Durante una conversación que mantuvo con su hijo
durante la internación éste le contó que unos vecinos del barrio se lo llevaron
a su casa bajo amenazas y que lo
sometieron. Agregó que el abusador “había
prendido la máquina para cortar pasto para que no se escuche cuando Maxi
lloraba”. Después, surgió otro dato
estremecedor durante la asistencia psicológica en el Hospital Garrahan,
a donde fue derivado. El niño contó que el abusador lo amenazó con “cortarle”
si hablaba.
Es evidente que
el abusador actuó con total y absoluta perversidad, incluso haciendo participar
a su propio hijo, que se resistió. Fue extraordinaria la crueldad al momento en
que violó al niño. Los informes médicos evidencian que el abusador dañó
profundamente a la víctima. Su infancia e inocencia fueron literalmente
exterminadas, a pesar del ánimo y de la perseverancia de Maxi.
Los gravísimos daños y secuelas
que provocó el abusador
Los daños y las
secuelas que arrastra Maxi son gravísimos, tanto físicos como psicológicos, que
determinó su derivación al Hospital Garrahan. Quedó aguda y crónicamente
enfermo, en su sistema digestivo y, sobre todo, en el tránsito intestinal que
como secuela quedó muy comprometido por lo que se le realizaron varias intervenciones quirúrgicas de reconstrucción,
con resultados poco alentadores por los daños que le causara el abusador, seguidos de infecciones iniciales y posteriores. Estuvo y continúa un largo
período sin poder comer normalmente, por lo que está obligado a alimentarse a
través de un catéter.
Anímicamente se
encuentra contenido por el personal del hospital Garrahan. Pasa sus días entre
médicos y enfermeros amigables, que lo asisten en los permanentes pre y post-operatorios. Está
continuamente acompañado por su mamá, que también tiene su salud debilitada por
un cuadro de hipertensión que sufrió a partir del abuso al que fue sometido de
Maxi. Está lejos de sus otros seis hijos, que permanece al cuidado del papá,
quién viaja al hospital Garrahan cuando puede conseguir medios económicos ya que hace changas. Sus ingresos son bajos e
inestables, de manera que condiciona toda la economía familiar.
Desesperante situación
La historia
clínica de Maxi es un compendio de la tragedia que vive la familia. Es más que
elocuente el informe psicológico de
dicho menor, elaborado por las licenciadas María José Ferrea y Griselda
Splivalo, pertenecientes al Servicio de Salud Mental del Hospital Garrahan. El
paciente se encuentra internado en la Unidad de Cuidados Intensivos 44 (UCI 44),
con desgarro anal grave, colostomizado
desde agosto de 2014, con antecedentes de abuso sexual. El niño presenta un
cuadro abdominal crónico, con múltiples fístulas, no pudiendo comer normalmente
por lo que continúa con alimentación parenteral.
Dos o tres veces
por semana ingresaba a quirófano para realizarle limpieza e higiene abdominal. Continua
con tratamiento antibiótico de amplio espectro por presentar colecciones
intraabdominales (materia y líquido fecal). Se le brinda un buen seguimiento multidisciplinario, con
servicios de cirugía general, infectología, nutrición y salud mental.
“Tengo los intestinos de Maxi pegados a mis ojos”
La enfermera más vinculada con Maxi, solidaria como pocas, transmitió un
relato descarnado al Centro Mandela “tengo
los intestinos de Maxi pegados a mis ojos. La familia necesita que se haga
justicia”. Describió el largo y doloroso tratamiento que se le brinda a
Maxi.
El equipo de Sala, especialmente el personal más
cercano, está agobiado. Describieron el recambio de vendajes de la herida
abdominal que muchas veces deben
realizar en forma diaria, para lo cual deben adormecer a Maxi con drogas. El
procedimiento le causa mucho dolor. Los intestinos estaban fuera de la pansa,
en una bolsa especial en la que colocan un tubo de goma conectado a un aparato
de aspiración especial de los líquidos intestinales que Maxi debe eliminar. En
la etapa más crítica las curaciones eran más seguidas porque “perdía mucho líquido por la fístula”.
Lo operaron
varias veces para unir sus intestinos, cerrar la fístula y la “ventanita” de la
panza para que comience a comer. La cirugía realizada en abril, que duró más de
10 horas, tenía por objetivo unir los “pedacitos” de intestinos que le quedaban
a Maxi. Suturaron “agujeros” intestinales. Pasó a terapia intensiva y después
nuevamente volvió a quirófano.
El 19 de
septiembre pasado le pusieron una malla para sostener los intestinos de Maxi,
pero la intervención no salió como esperaban. Señalaron que “Maxi atraviesa una etapa complicada. Sus
intestinos prácticamente se deshacen. No se le puede dar de comer. Continua con
alimentación parenteral y con un sistema de bomba que aspira los líquidos
intestinales”.
Nueva cirugía
En el Garrahan
se tiene previsto realizarle a Maxi una
nueva cirugía el próximo mes para
intentar reconstruir el tránsito intestinal. Todavía no asignaron turno para la
intervención. Es abrumador el historial
hospitalario, que nítidamente refleja
una cronología de atenciones e intervenciones quirúrgicas complejas y muy
penosas. Continúa siendo incierto el pronóstico
respecto del niño paciente en virtud de la incertidumbre médica y científica en
relación a los resultados que se pueden lograr. La familia transita por ciclos
de moderadas expectativas, seguidos de escepticismos y desesperanzas porque son
conscientes de que el abusador destruyó a Maxi.
La precaria y perezosa investigación
judicial y policial
La Fiscalía de
Investigación Penal 9 pidió que el Hospital Garrahan enviara la Historia
Clínica de Maxi, que ya está agregada al expediente. La Fiscal Scarpin preguntó a dicho hospital si Maxi se
encontraba en condiciones de viajar para declarar en la causa. El último informe del Hospital Garrahan indica
que luego de múltiples cirugías el niño se encontraba clínicamente estable,
aunque crónica y gravemente enfermo. Desde el punto de vista digestivo, estaba
disfuncionalizado, con múltiples fistulas enterocutáneas (al exterior) y con el
abdomen abierto, con imposibilidad de recibir ningún alimento por vía oral. Señalaron
que están obligados a alimentarlo en forma continua a través de un catéter
venoso central. Agregaron que desde el punto de vista médico el niño era capaz
de sostener una conversación y no había contradicción clínica para que declare,
aunque no estaba en condiciones de viajar y ser trasladado a Resistencia. Ofrecieron que
tomaran declaración a Maxi en el propio Hospital Garrahan.
La demorada declaración de
Maxi
El martes 5 de
diciembre declaró Maxi en Cámara Gesell, en el segundo piso del Hospital
Garrahan, acompañado por su madre. Adecuaron un ambiente para que cuente lo que
pasó. Tranquilamente relató lo que le hicieron. Lo grabaron. Cerca de las 13
horas volvió a la Sala. Se sentía bien.
Pasaron más de
tres años para que la justicia penal chaqueña, con la colaboración de los
Tribunales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tomaran declaración a Maxi,
que es el mismo tiempo en que inexplicablemente permanece prófugo “Japo”,
posible abusador. La familia contó que recibieron amenazas.
Era y es tanta
la impotencia de la familia para que se
haga justicia que la madre de Maxi interesó y declaró en la Fiscalía a cargo del
Dr. José María Campagnoli, en Saavedra. Según informó una de las secretarias,
enviaron a la Fiscalía Nº 9 de esta
Ciudad todo lo que pudieron recabar, y que a Campagnoli le informaron que
estaban buscando al abusador en abril de 2017, aunque parece que “Japo” se
transformó en un ser invisible. Todo un fracaso para el sistema judicial y
policial en crisis, que forma parte de un Estado sordo y ciego.