COMPETENCIA EN EL CURRÍCULO NACIONAL DE LA EDUCACIÓN BÁSICA
FERNANDO GAMARRA MORALES.
Una persona es competente cuando sabe hacer las cosas, cuando puede resolver lo que encuentra. Por eso una competencia responde a las demandas del entorno con cierto nivel de adecuación a lo que se le solicita, no porque exista un estímulo, (tal como señalaba el conductismo) sino porque dicha demanda exige de uno el pensar y poner en práctica todo lo que sabe para responder.
El Currículo Nacional de la Educación Básica aprobado por R.M. Nº 281-2016-MINEDU, presenta la definición de competencia como sigue: “La competencia se define como la facultad que tiene una persona de combinar un conjunto de capacidades a fin de lograr un propósito específico en una situación determinada, actuando de manera pertinente y con sentido ético.
Ser competente supone comprender la situación que se debe afrontar y evaluar las posibilidades que se tiene para resolverla. Esto significa identificar los conocimientos y habilidades que uno posee o que están disponibles en el entorno, analizar las combinaciones más pertinentes a la situación y al propósito, para luego tomar decisiones; y ejecutar o poner en acción la combinación seleccionada.
Asimismo, ser competente es combinar también determinadas características personales, con habilidades socioemocionales que hagan más eficaz su interacción con otros. Esto le va a exigir al individuo mantenerse alerta respecto a las disposiciones subjetivas, valoraciones o estados emocionales personales y de los otros, pues estas dimensiones influirán tanto en la evaluación y selección de alternativas, como también en su desempeño mismo a la hora de actuar”.
Como podemos apreciar competencia es un sistema de acciones que involucra habilidades intelectuales, actitudes y otros elementos no cognitivos, como motivación, valores y emociones, que son adquiridos y desarrollados a lo largo de su vida y son indispensables para participar en diferentes contextos sociales.
Entonces en una competencia podemos distinguir tres características: que es adaptativa, cognitiva y conductual, las cuales se ponen de manifiesto frente a demandas del entorno. Es adaptativa porque el sujeto que la tiene se modifica asimismo frente a las necesidades que observa del entorno, es decir lo que hace se modifica de acuerdo a la exigencia que identifica, lo que no implica “someterse” sino transformar continuamente lo que nos rodea. Es cognitiva porque utiliza el saber y el pensar para resolver lo que enfrenta. Es conductual porque hace algo concreto que responde a lo que quiere llevar a cabo frente a la demanda que identifica.
Por lo tanto una competencia es un saber pensar para hacer frente a diversas situaciones, no solo es un comportamiento ni una conducta que se ejecuta sin motivo, es un producto cognitivo, es decir lo que se piensa hacer se lleva a cabo para lograr una meta desplegando conocimientos, habilidades de pensamiento, destrezas, actitudes, valores, creencias, percepciones, etc. Por eso una competencia se desarrolla por su uso, su experimentación, problematización y relación con los demás y sobre todo por su constante interacción.
Todos sabemos que en este siglo XXI los conocimientos se producen cada vez más rápido y no existe persona que soporte la trasmisión de los conocimientos acumulados a la fecha por la sociedad, por lo que el desarrollo de capacidades frente a diferentes y diversas exigencias permitirá a los estudiantes salir adelante en una época que les tocará vivir en el futuro.
Como ejemplo citaremos una de las competencias del Currículo Nacional de la Educación Básica: “Construye interpretaciones históricas”, esta competencia supone reconocerse como protagonista de los procesos históricos y producto de un pasado pero a la vez participa en la construcción del futuro del Perú. Al respecto lo que NO es una competencia es: “Identifica coincidencias y contradicciones entre diversas fuentes y complementa la información que brindan sobre un mismo aspecto de un hecho o proceso histórico desde el virreinato hasta la República peruana”, esto no es competencia porque describe el proceso para que un estudiante adquiera el conocimiento en historia, es un desempeño o aprendizaje esperado que no es suficiente para desarrollar la competencia en mención que es necesaria para la vida en este siglo XXI. En este ejemplo la competencia implica que uno se identifica como peruano y consecuentemente defiende lo nuestro, indudablemente el saber más sobre historia ayuda a profundizar el análisis del presente en base al pasado para retomar los aciertos para repetirlos y los errores para evitarlos.
En resumen una competencia es el resultado de procesos de pensamiento y ejecución mucho más complejos que el solo saber mucho de la misma, es el resultado de lo que se sabe, piensa y decide hacerse a lo largo de la vida, por lo tanto no es una actividad muy concreta o específica, son acciones frente a diversos contextos que requieran poner en juego un determinado SABER HACER.
Por último es necesario tener claro el concepto de competencia ya que nos permitirá evaluar el Currículo Nacional de la Educación Básica, porque al final quien las desarrolla en el aula son los docentes.
ENFOQUE FORMATIVO DE LA EVALUACIÓN DE LAS COMPETENCIAS DEL CURRÍCULO
NACIONAL DE LA EDUCACIÓN BÁSICA
FERNANDO GAMARRA MORALES
El objeto de estudio más difícil de evaluar es el desarrollo del ser humano, por tener éste la capacidad de aprender, evolucionar, adaptarse y cambiar, tal es así que el evaluar el aprendizaje es aún mucho más complejo, razón por la cual no es fácil determinar que tanto aprendieron los estudiantes
después de haber realizado una determina actividad.
Antes de desarrollar el enfoque formativo de la evaluación de las competencias, debemos tener claro el concepto de competencia como el objeto de evaluación; el Currículo Nacional de la Educación Básica aprobado por R.M. Nº 281-2016-MINEDU, presenta la definición de competencia como sigue: “La competencia se define como la facultad que tiene una persona de combinar un conjunto de capacidades a fin de lograr un propósito específico en una situación determinada, actuando de manera pertinente y con sentido ético.
Ser competente supone comprender la situación que se debe afrontar y evaluar las posibilidades que se tiene para resolverla. Esto significa identificar los conocimientos y habilidades que uno posee o que están disponibles en el entorno, analizar las combinaciones más pertinentes a la situación y al
propósito, para luego tomar decisiones; y ejecutar o poner en acción la combinación seleccionada.
Asimismo, ser competente es combinar también determinadas características personales, con habilidades socioemocionales que hagan más eficaz su interacción con otros. Esto le va a exigir al individuo mantenerse alerta respecto a las disposiciones subjetivas, valoraciones o estados emocionales personales y de los otros, pues estas dimensiones influirán tanto en la evaluación y selección de
alternativas, como también en su desempeño mismo a la hora de actuar”.
En otras palabras quien es competente sabe hacer las cosas, pero no mecánicamente, sino con conocimiento de causa, con cierta habilidad y destreza, de tal manera que le permita ser y hacer con otros. Por tanto una competencia es un potencial que te permite combinar conocimientos con pensamientos para ejecutar adecuadas acciones en diversos contextos sociales, en otras palabras es
una capacidad adaptativa cognitivo-conductual.
La Ley General de Educación en su artículo 30º, se refiere a la evaluación del alumno, y estipula que “la evaluación es un proceso permanente de comunicación y reflexión sobre los procesos y resultados del aprendizaje. Es formativa e integral porque se orienta a mejorar esos procesos y se ajusta a las características y necesidades de los estudiantes. (…)”.
De igual manera el Reglamento de la Ley General de Educación en el artículo 22º, se refiere a la evaluación del estudiante y, establece que “la evaluación es un proceso continuo de carácter pedagógico, orientado a identificar los logros de aprendizajes de los estudiantes, con el fin de brindarles el apoyo pedagógico que necesiten para mejorarlos. Evalúa las competencias, capacidades y actitudes del currículo, considerando las características del estudiante. Utiliza criterios, indicadores y niveles de logro, así como técnicas e instrumentos adaptados a las características de los estudiantes, que permiten recoger información para tomar decisiones que retroalimenten los procesos pedagógicos y favorezcan los resultados educativos de los estudiantes. (…)”.
Este proceso que permite obtener evidencias, elaborar juicios y brindar retroalimentación sobre los logros de aprendizaje de los alumnos a lo largo de su formación, esto es parte fundamental de la
enseñanza y del aprendizaje.
Asimismo en el artículo 34º, que se refiere a la evaluación de aprendizajes en la Educación Básica, señala: “Es permanente, continua, formativa y flexible, se concentra en la práctica pedagógica del docente para mejorar los logros de aprendizajes de los estudiantes para tomar decisiones que aporten a su mejoramiento continuo. (…) describen el avance del estudiante respecto de las competencias del grado (…)”.
Las reflexiones y/u opiniones sobre los aprendizajes logrados durante el proceso de evaluación buscan que estudiantes, docentes, padres de familia, autoridades educativas, en sus distintos niveles, tomen decisiones para mejorar el desempeño de los estudiantes. Por consiguiente el enfoque formativo debe estar en todas las acciones de evaluación que se realicen.
El Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB) aprobado por R.M. Nº 281-2016-MINEDU indica que “la evaluación es un proceso sistemático en el que se recoge y valora información relevante acerca del nivel de desarrollo de las competencias en cada estudiante, con el fin de contribuir
oportunamente a mejorar su aprendizaje”.
La evaluación por ser un proceso permanente y continuo es integral y sistemático a través del cual se recopila información de manera metódica y rigurosa, para conocer, analizar y juzgar los aprendizajes de los alumnos, además del desempeño de los docentes, el grado de dominio del currículo y sus características; los programas educativos y la gestión de las instituciones educativas, en base a lineamientos de política educativa ya definidos y que fundamentan la toma de decisiones orientadas a
ayudar, mejorar y reajustar la acción educativa.
De igual manera el CNEB explicita: “Una evaluación formativa enfocada en competencias busca, en diversos tramos del proceso:
• Valorar el desempeño de los estudiantes al resolver situaciones o problemas que signifiquen retos genuinos para ellos y que les permitan poner en juego, integrar y combinar diversas capacidades.
• Identificar el nivel actual en el que se encuentran los estudiantes respecto de las competencias con el fin de ayudarlos a avanzar hacia niveles más altos.
• Crear oportunidades continuas para que el estudiante demuestre hasta dónde es capaz de combinar de manera pertinente las diversas capacidades que integran una competencia, antes que verificar la adquisición aislada de contenidos o habilidades o distinguir entre los que aprueban y no aprueban”.
De aquí deducimos que por enfoque formativo se entiende que el docente al momento de evaluar debe de identificar en los estudiantes que tanto aprenden o no aprenden para poder retroalimentarlos en su proceso, ayudarlos a que identifiquen el acierto para que puedan repetirlo y así evitar el error y si lo cometen puedan corregirlo por sí mismo. En otras palabras el docente debe centrarse en la mejora de los estudiantes tanto de los que aprueban como los que no, pues todos pueden y deben optimizar sus aprendizajes. Esto les permitirá participar en el mejoramiento de su desempeño y ampliar sus
posibilidades de aprender (metacognición).
La metacognición es la esencia de la evaluación de las competencias, para que no se quede solo en la verificación de logros y aspectos a mejorar, sino además como un instrumento de mejora de sí mismo. Esto significa que el estudiante debe ser capaz de pensar, reflexionar o meditar sobre su aprendizaje, es decir reconocer en que aspectos se debe mejorar, incluso aquellos que tienen un “20” o “AD”, porque el alcanzar las metas de la institución educativa a través de la máxima calificación no significa que no puedan evaluar sus propias metas, lo que saben y lo que no saben, lo que requieren
mejorar para ser mejores estudiantes y sobre todo mejores personas.
Todo estudiante debe ser capaz de identificar no solo sus aciertos y errores sino además de reflexionar sobre ellos, caso contrario su capacidad metacognitiva sería escasa y no le llevaría a autoexigirse para proponerse metas cada vez mayores y lograr mejores resultados; si esto fuera así al estudiante le daría lo mismo sacarse la máxima calificación como la mínima aprobatoria, pues en ambos
casos ya “pasó”.
“El proceso metacognitivo consiste en orientar a los estudiantes para que reflexionen sobre su desempeño y lo autorregulen (es decir, lo mejoren), con el fin de que puedan realizar un aprendizaje significativo y actúen ante los problemas con todos los recursos personales disponibles. De esta manera, la metacognición no consiste sólo en tomar conciencia de cómo actuamos, tal como ha sido común entenderla en forma tradicional, sino que implica necesariamente que se dé el cambio, para que pueda considerarse que, en efecto, hay metacognición”[1].
La metacognición es la base del desempeño competente, porque nos lleva a identificar qué sabemos y qué no sabemos, cómo afecta nuestro desempeño, identificamos si lo que hacemos es adecuado a las demandas y exigencias del entorno, si lo que sabemos es suficiente o no, o si lo que conocemos debe ser modificado porque no satisface todas nuestras dudas. La metacognición nos garantiza la resolución correcta de lo que enfrentamos, porque nos lleva a reconocer nuestras
necesidades de aprendizaje en todo ámbito de la vida.
Pensar que el proceso es importante sin ver el resultado, es como caminar sin saber a dónde se dirige, contrariamente pensar que el resultado es importante sin reconocer el proceso, es como llegar a la meta sin importar como se hizo, es decir sin saber explicar lo que sucedió para aprender, en realidad
ambas posiciones existen porque existe la otra.
Pasar del conductismo al constructivismo pensando que este último es mejor porque no consideró procesos cognitivos es negar aspectos que funcionan con estímulo-respuesta; de allí que se deba analizar cómo cada una de estas corrientes explica una parte del aprendizaje y crear un sistema que explique el aprendizaje en todas sus dimensiones, es decir observar lo que sucede antes, durante y
después para tener una imagen completa de lo que sucede para poder mejorarlo.
Por eso es muy importante reconocer los aciertos y los errores para poder identificar y comprender el proceso que ha llevado a obtener dichos resultados, porque entre ambos elementos existe una relación que los lleva a la mejora permanente; lo que supone un cambio cultural hacia la mejora,
buscando errores para mejorarlos.
En fin todo proceso formativo debe de tomar en cuenta la evaluación, para poder determinar los logros de aprendizaje y los aspectos a mejorar y brindar información para reorientar el proceso y garantizar la formación de los estudiantes. Muchas estrategias formativas en sí son de evaluación, pues
brindan información acerca de la formación de los estudiantes.
La evaluación de competencias no es independiente del proceso formativo, sino un componente esencial para el aprendizaje, pues para aprender se requiere de retroalimentación, reconocer limitaciones
y aspectos a mejorar.
En conclusión, el enfoque formativo de la evaluación de competencias es promover una cultura de aprendizaje que lleve a los estudiantes a observar lo que hacen de manera que puedan identificar el nivel de desempeño que alcanzan y sobre todo qué pueden hacer para mejorarlo. Por esto, la evaluación deberá subir siempre las expectativas sobre lo que pueden hacer los estudiantes, ya que al hacerlo así el
"destacado", deberá esforzarse para lograrlo tan igual que el insuficiente, optimizando lo que están haciendo.
EVALUACIÓN FORMATIVA DE LAS COMPETENCIAS DEL CURRÍCULO NACIONAL DE LA
EDUCACIÓN BÁSICA
“En las tendencias pedagógicas contemporáneas, la idea de evaluación ha evolucionado significativamente. Ha pasado de comprenderse como una práctica centrada en la enseñanza, que calificaba lo correcto y lo incorrecto, y que se situaba únicamente al final del proceso, a ser entendida como una práctica centrada en el aprendizaje del estudiante, que lo retroalimenta oportunamente con respecto a sus progresos durante todo el proceso de enseñanza y aprendizaje (…)”[2].
El artículo 30° de la Ley Nº 28044, Ley General de Educación, referente a la evaluación del alumno estipula que: “La evaluación es un proceso permanente de comunicación y reflexión sobre los procesos y resultados del aprendizaje. Es formativa e integral porque se orienta a mejorar esos procesos y se ajusta a las características y necesidades de los estudiantes. En los casos en que se requiera funcionarán programas de recuperación, ampliación y nivelación pedagógica”.
El artículo 22 del D.S. Nº 011-2012 que aprueba el Reglamento de la Ley General de Educación en lo que se refiere a la evaluación del estudiante especifica al respecto: “La evaluación es un proceso continuo de carácter pedagógico, orientado a identificar los logros de aprendizaje de los estudiantes, con el fin de brindarles el apoyo pedagógico que necesiten para mejorarlos. Evalúa las competencias, capacidades y actitudes del currículo, considerando las
características del estudiante. Utiliza criterios, indicadores y niveles de logro, así como técnicas e instrumentos adaptados a las características de los estudiantes, que permitan recoger información para tomar decisiones que retroalimenten los procesos pedagógicos y favorezcan los resultados educativos de los estudiantes (…)”.
La normatividad indicada en el párrafo precedente indica que el objeto de evaluación son las competencias del Currículo Nacional de la Educación Básica, las que se evalúan mediante criterios, niveles de logro, así como técnicas e instrumentos que recogen información para tomar decisiones que retroalimenten al estudiante y a los propios procesos pedagógicos.
La evaluación de competencias no se dirige a la verificación de contenidos; no pone la atención en el hecho de que ciertos datos o conocimientos hayan sido adquiridos. Se trata de una evaluación que busca identificar la existencia de ciertas capacidades, habilidades y aptitudes que, en conjunto, permiten a la persona resolver problemas y situaciones de la vida. En el enfoque de la evaluación de competencias, no interesa sólo si una persona lee y cuánto lee, por ejemplo, sino más bien qué competencia tiene en la lectura: qué capacidad para identificar ideas y argumentos en el texto, qué destreza para reconocer problemas y planteamientos distintos; aunque hay competencias muy generales, que preceden a la formación escolar, tales como la competencia comunicativa, o las competencias de colaboración o de creatividad, es necesario diferenciarlas de algunas competencias básicas ligadas a la enseñanza escolar son, por ejemplo, la lectura, la escritura y el cálculo.
En la evaluación de competencias, básicamente se evalúa el desempeño de los estudiantes, es decir lo que realizan en el aula para resolver situaciones, demostrando así que están desarrollando la competencia, además también se evalúa por los resultados obtenidos según los conocimientos adquiridos; por lo que esta evaluación, según sus propósitos o intención, debe ser formativa y sumativa centrada en el desempeño. Cuando se evalúa el desempeño se observa un proceso más integral, pues no sólo se identifica qué tanto aprendió o no una persona, sino como se desempeña o desenvuelve con lo aprendido.
La evaluación formativa se centra en el proceso del logro de la competencia, en otras palabras el docente identifica como en una situación el estudiante despliega su capacidad para desarrollar dicha competencia; la intención de esta evaluación es que se utiliza para monitorear y acompañar el aprendizaje de las y los estudiantes, es decir, cuando la evidencia de sus desempeños se obtiene, interpreta y usa por docentes y estudiantes para tomar decisiones acerca de los siguientes pasos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De esta manera se promueve la reflexión de docentes y estudiantes y se fomenta la autonomía de estos últimos en la toma de decisiones para continuar aprendiendo. Las evaluaciones de este tipo por lo general no se califican, para evitar que la atención se centre más en la calificación que en el aprendizaje y en cómo seguir avanzando.
También se observa el resultado obtenido en la competencia (evaluación sumativa), es decir como el estudiante logra asimilar los contenidos, conceptos, desarrollar habilidades, destrezas, actitudes, conocimientos para lograr obtener un resultado favorable; el propósito de esta evaluación es para certificar los aprendizajes logrados, lo que generalmente se comunica mediante una calificación.
Ambas evaluaciones no son excluyentes entre sí, en el caso de las evaluaciones sumativas, tanto la forma en que se diseñen como la manera en que se registre y comunique la información que se obtenga de ellas también pueden usarse formativamente, tanto para aclarar objetivos de aprendizaje como para retroalimentar la enseñanza y el aprendizaje. Esto sucede, por ejemplo, cuando a raíz de una prueba calificada el o la docente decide hacer ajustes en la planificación, puesto que esta evaluación puso de manifiesto que sus estudiantes no aprendieron algunos conceptos que requieren ser nuevamente abordados antes de seguir adelante con otros; en otras palabras se evalúa para aprender, es decir, analizar, del por qué los alumnos se equivocan y puedan superar sus deficiencias, pero también es una herramienta para mejorar la práctica docente.
“Hay quienes sostienen la inutilidad de su aplicación (refiriéndose a la evaluación de las competencias) debido a que después de varios años de haberlas incorporado en el currículo no han dado los resultados que se esperaba. Incluso, se argumenta que por desarrollarlas se descuida el tratamiento de los contenidos disciplinares requeridos para los exámenes de admisión a las universidades. Este argumento pone al descubierto ciertas inconsistencias respecto a lo que significa realmente desarrollar competencias. Se cree, por ejemplo, que por enfatizar en el desempeño (saber hacer) de los estudiantes se descuida el conocimiento (saber), cuando es imposible desarrollar competencias sin conocimientos. Como dice Coll (2007): “para adquirir o desarrollar una competencia (…) hay que asimilar y apropiarse siempre de una serie de saberes asociados a ella y, además –no en lugar de-, aprender a movilizarlos y aplicarlos”. Esto quiere decir que en un enfoque por competencias, los conocimientos se construyen de manera más significativa, pues se aprenden como necesidad de solucionar un problema o lograr un propósito; por lo tanto, se incorporarán de manera no arbitraria a los esquemas cognitivos y podrán ser utilizados cuando sean necesarios. El conocimiento resulta, pues, “imprescindible para la comprensión de la realidad, pero siempre y cuando se asuma que la aplicación de un conocimiento parcial de la realidad no llegará a constituir una acción competente si no se ha aprendido a intervenir en situaciones de la realidad global, cuya esencia es la complejidad” (Zabala y Arnau, 2007)”[3].
Evaluar competencias no es comprobar de manera “tradicional” contenidos y conocimientos, estos ya se encuentran implícitos en la competencia, lo que en realidad se debe hacer es evaluar el desempeño del estudiante, para lo cual el profesor debe entender y comprender el enfoque curricular del Currículo Nacional, eso nos ayudará a saber que estrategias seleccionar, como utilizar medios y materiales y, sobre todo, como verificar los aprendizajes; es muy importante conocer los fundamentos que sustentan el currículo para que haya un cambio en nuestra praxis pedagógica y que esta sea coherente con el desarrollo de competencias, en otras palabras no se puede desarrollar competencias si es que no se internaliza en el enfoque del Currículo Nacional.
Un cambio de currículo no implica revisar los “nuevos” contenidos curriculares de las diferentes áreas, o los “nuevos formatos” para la planificación, o cambiar unos términos por otros “nuevos” términos y continuar haciendo lo mismo, lo primero que se debe hacer es entender los fundamentos del Currículo Nacional para poder cambiar nuestra acción pedagógica. Podemos concebir que se deba “desarrollar” y “evaluar” competencias, pero si no entendemos el enfoque del Currículo Nacional, no cambiaremos nuestro actuar pedagógico y seguiremos desarrollando contenidos en cada área curricular y cuando “evaluemos” una competencia, estaremos comprobando conocimientos o contenidos que ya están implícitos en una competencia, en vez de evaluar su desempeño. Hay que cambiar nuestro pensamiento y abrirnos a las nuevas concepciones para poder entender y desarrollar en el estudiante las competencias a través de la evaluación de su desempeño, sólo así nuestro actuar será coherente con el desarrollo y evaluación de competencias.
No se puede seguir sólo resolviendo ejercicios de manera mecánica aplicando fórmulas o artificios para desarrollar la competencia de resolución de problemas de cantidad en el caso del área de matemática, o para desarrollar la competencia de escribir diversos tipos de textos y seguir con las clases de ortografía o gramática.
En conclusión podemos afirmar que anteriormente solo se tomaba una prueba y se evaluaba en base a la cantidad de conocimientos que tenía el estudiante, los cuales no aseguran la capacidad para trasladarlos a la vida real, ahora se evalúa como el estudiante despliega esta competencia como capacidad que responde a las demandas del entorno.
EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS DEL CURRÍCULO NACIONAL DE LA EDUCACIÓN
BÁSICA
El día lunes 11 de febrero de 2019 se publicó la R.VM. Nº 025-2019-MINEDU, que aprobó “Disposiciones que orientan el proceso de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes de las instituciones y programas educativos de la Educación Básica”, las cuales se aplicarán a partir de este año 2019 en todas las modalidades, niveles y ciclos de la Educación Básica (EBR, EBA y EBE), lo que implica una evaluación formativa orientado al logro de competencias, con la salvedad que desde el 2º hasta el 5º de secundaria de EBR y desde el 2º grado hasta el 4º grado de EBA seguirán con la evaluación de escala vigesimal, lo que NO significa que en estos grados de estudios no se evalúe las competencias de acuerdo a la normatividad en mención, pues se evalúan las competencias y áreas establecidas en el CNEB.
La evaluación formativa se centra en el estudiante y su actuación, vinculando los aprendizajes con las prácticas sociales y experiencia de vida, lo que posibilita un mayor involucramiento y compromiso en la gestión de su aprendizaje a partir de procesos reflexivos sobre su aprendizaje y sus resultados, reconociendo sus fortalezas, dificultades y necesidades; esta evaluación permite valorar el nivel de logro alcanzado por el estudiante durante el proceso y al final de un periodo. En otras palabras la evaluación formativa se centra en el proceso del logro de la competencia, es decir el docente identifica como en una situación el estudiante despliega su capacidad para desarrollar dicha competencia. Las evaluaciones de este tipo por lo general no se califican cuantitativamente, para evitar que la atención se centre más en la calificación que en el aprendizaje y en cómo seguir avanzando.
El Currículo Nacional de la Educación Básica aprobado por R.M. Nº 281-2016-MINEDU, presenta la definición de competencia como sigue: “La competencia se define como la facultad que tiene una persona de combinar un conjunto de capacidades a fin de lograr un propósito específico en una situación determinada, actuando de manera pertinente y con sentido ético” y define capacidades de la siguiente manera: “Las capacidades son recursos para actuar de manera competente. Estos recursos son los conocimientos, habilidades y actitudes que los estudiantes utilizan para afrontar una situación determinada. Estas capacidades suponen operaciones menores implicadas en las competencias, que son operaciones más complejas”. La relación que existe entre competencia y capacidades es que las capacidades son necesarias para hacer objetivo el desarrollo de competencias en diversas situaciones. Es necesario tomar en cuenta que en una misma situación se puede desarrollar y evaluar más de una competencia, así como también una competencia puede ser desarrollada y evaluada en más de una situación.
Evaluar competencias NO es comprobar de manera “tradicional” contenidos y conocimientos, estos ya se encuentran implícitos en la competencia, lo que en realidad se debe hacer es evaluar el desempeño del estudiante, hay que observar las producciones o actuaciones de los estudiantes (evidencias) y analizar como el estudiante ha combinado capacidades de las competencias para así poder valorarlos y si es necesario retroalimentar y luego tomar decisiones.
En el siguiente cuadro se explican algunas diferencias entre la evaluación de contenidos y la evaluación de
competencias:[4]
EVALUACIÓN DE CONTENIDOS
EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS
Se verifica si los estudiantes han asimilado los contenidos disciplinares de un área curricular.
Se verifica si los estudiantes han alcanzado los
niveles de desempeño para considerar que han adquirido una determinada competencia.
Se evalúa lo que sabe el estudiante.
Se evalúa lo que sabe hacer el estudiante.
Cuando se evalúan contenidos los temas se pueden evaluar independientemente unos de otros.
Cuando se evalúan competencias, las capacidades se evalúan en forma articulada.
Los contenidos se evalúan generalmente con
pruebas de lápiz y papel. Ejemplo: Pruebas objetivas, pruebas tipo ensayo.
Las competencias se evalúan con instrumentos
variados, adecuados a su naturaleza. Ejemplo: Fichas de observación, listas de cotejo, portafolios, pruebas de desempeño, etc.
Los contenidos se pueden evaluar en
situaciones inventadas, ficticias o fuera de contexto. Lo que importa es verificar lo que el estudiante sabe y NO lo que sabe hacer con lo que sabe.
Las competencias se evalúan en situaciones
auténticas o verosímiles. Lo que importa es que el estudiante utilice lo que sabe para solucionar un problema o lograr un propósito.
Los contenidos se evalúan en el salón de clase,
pues no se necesita escenarios especiales para que los estudiantes demuestren lo que saben.
Las competencias requieren de escenarios diversos
para ser evaluadas, allí donde sea necesario solucionar un problema o lograr un propósito.
Los contenidos se pueden evaluar hasta donde
se llegue en la unidad didáctica, al término de un periodo escolar, con fines de aprobación.
Las competencias se deben evaluar al término de su
desarrollo. Su evaluación durante el proceso solo tiene fines formativos y no de aprobación.
En la evaluación de contenidos se puede
utilizar los promedios para calcular el calificativo de asignatura o área curricular.
En la evaluación de competencias se utilizan otros
procedimientos para obtener el calificativo final, como la tendencia progresiva o la última calificación obtenida en la competencia.
La evaluación de contenidos solo certifica
cuánto sabe el estudiante en una asignatura o área curricular.
La evaluación de competencias certifica lo que sabe hacer el estudiante en determinados ámbitos de la vida.
La escala de calificación común a todas las modalidades y niveles de Educación Básica, a partir del 2019, desde el nivel inicial hasta el primer grado de secundaria de EBR y desde los ciclos inicial hasta el primer grado del ciclo avanzado de EBA es la siguiente:
AD
LOGRO DESTACADO
Cuando el estudiante evidencia un nivel de logro superior a lo esperado en el grado respecto a la
competencia. Esto quiere decir que demuestran aprendizajes que van más allá del logro esperado.
A
LOGRO ESPERADO
Cuando el estudiante evidencia el nivel de logro esperado en el grado respecto a la competencia,
demostrando manejo satisfactorio de todas las tareas propuestas y en el tiempo programado.
B
EN PROCESO
Cuando el estudiante está próximo o cerca al nivel de logro esperado en el grado respecto a la
competencia, para lo cual requiere acompañamiento durante un tiempo razonable para lograrlo.
C
EN INICIO
Cuando el estudiante muestra un progreso mínimo en una competencia de acuerdo al nivel de logro
esperado en el grado. Evidencia con frecuencia dificultades en el desarrollo de tareas, por lo que necesita mayor tiempo de acompañamiento e intervención del docente.
Se entiende que un estudiante se ubica en el nivel de:
LOGRO DESTACADO, cuando sus producciones o actuaciones:
Alcanzan un nivel superior al nivel esperado articulando o movilizando de manera efectiva todas las capacidades de la competencia o cuando evidencian proximidad al nivel superior en algunos aspectos. En este caso, las producciones o actuaciones del estudiante evidencian un LOGRO MUY SATISFACTORIO.
LOGRO ESPERADO, cuando sus producciones o actuaciones:
Alcanzan un nivel esperado articulando y movilizando de manera efectiva todas las capacidades de la competencia. En este caso, las producciones o actuaciones del estudiante evidencian un LOGRO SATISFACTORIO.
EN PROCESO, cuando sus producciones o actuaciones:
Alcanzan un logro aceptable respecto del nivel esperado, pero evidencian cierta dificultad para articular y/o movilizar alguna capacidad de la competencia. En este caso, las producciones o actuaciones del estudiante evidencian un LOGRO BÁSICO.
EN INICIO, cuando sus producciones o actuaciones:
Muestran un progreso mínimo en el desarrollo de la competencia, respecto del nivel esperado. Es decir, las producciones o actuaciones del estudiante evidencian un LOGRO INICIAL.
Para evaluar las competencias según la R.VM. Nº 025-2019-MINEDU, que aprobó “Disposiciones que orientan el proceso de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes de las instituciones y programas educativos de la Educación Básica”, hay que tener en cuenta lo siguiente:
• Hay evaluación por periodos (bimestral o trimestral) de cada competencia de las áreas curriculares.
• También hay calificación anual de cada competencia de las áreas curriculares.
• No hay calificación por periodos (bimestral o trimestral) de las áreas curriculares.
• Solo hay calificación anual de las áreas curriculares.
VALORACIÓN DEL NIVEL DE LOGRO DE LA COMPETENCIA AL FINAL DE UN PERIODO (BIMESTRE o TRIMESTRE)
Hay que observar todas las evidencias generadas por los estudiantes en un determinado periodo. Para valorar el nivel de logro de la competencia se considera lo siguiente:
- Analizar la competencia que se evalúa, el nivel de aprendizaje del estudiante al inicio y el nivel esperado.
- Analizar y valorar las evidencias con instrumentos para recoger la mirada de desarrollo de una competencia, por ejemplo la rúbrica porque contiene los criterios de evaluación previstos.
- Analizar, reflexionar e interpretar la información que proviene de las evidencias generadas por el estudiante, considerando los criterios de evaluación.
- El nivel de logro al final del periodo (bimestre o trimestre) es el estado de desarrollo de la competencia si dejar de considerar el avance a lo largo del proceso; por lo que se obtiene analizando las evidencias de manera integral, justa y responsable. LAS LETRAS NO SE PROMEDIAN.
- Se debe considerar el progreso del estudiante durante el periodo (bimestre o trimestre), las prioridades establecidas en los propósitos de aprendizaje, las condiciones y características de los estudiantes y de la modalidad, entre otros.
VALORACIÓN DEL NIVEL DE LOGRO DE LA COMPETENCIA AL FINAL DEL PERIODO LECTIVO O GRADO (AL TÉRMINO DEL AÑO)
El calificativo anual de la COMPETENCIA, se obtiene considerando el calificativo obtenido en el último periodo (bimestre o trimestre), sin dejar de analizar el progreso de la competencia según los propósitos establecidos. Esto es porque una competencia se desarrolla en forma progresiva, entonces mientras el estudiante adquiera más experiencia, tendrá mejores desempeños; pero puede darse el caso que suceda lo contrario, que si se hubiese realizado una evaluación constante se habría detectado a tiempo el (los) inconveniente(s) de tal manera que se habría dado la retroalimentación oportuna y aplicar técnicas para superar las dificultades.
“Un estudiante no deja de ser competente de la noche a la mañana. Además, hay que analizar el instrumento de evaluación, quizá estuvo mal diseñado o las actividades fueron muy complejas en relación con lo que se esperaba, ¿qué sucedió con los otros estudiantes?, ¿también tuvieron ese bajón? De ser así, es necesario también revisar los instrumentos anteriores, ¿realmente se evaluaron competencias? Quizá solo se haya planteado una batería de preguntas sobre los contenidos disciplinares y, entonces, el caso sí tiene explicación: un estudiante puede tener buenos calificativos en la evaluación de conocimientos, pero eso no garantiza que haya adquirido la competencia. También puede presentarse la situación inversa, que el estudiante tenga B y C al inicio y, de pronto, al final tiene AD. Ante estas circunstancias es necesario reflexionar conscientemente sobre el porqué de los resultados, antes de tomar cualquier decisión. Lo que sí es cierto es que si se realiza una evaluación permanente, sería muy raro que se presenten cualquiera de estas situaciones”[5].
Indudablemente que esto no es absoluto, siempre habrá estudiantes que al final del año bajaran en rendimiento, pero lo que si hay que hacer es detectar a tiempo los problemas para aplicar una solución.
EL CALIFICATIVO ANUAL DE LA COMPETENCIA EN LA ESCALA LITERAL NO SE OBTIENE POR PROMEDIO.
CALIFICATIVO ANUAL DE UN ÁREA CURRICULAR
- Valorar el nivel de logro de las competencias del área curricular
- El calificativo anual NO ES EL PROMEDIO DE LAS COMPETENCIAS, es una CONCLUSIÓN producto del análisis global de los niveles de logro.
- Se debe considerar: el progreso del estudiante a lo largo del año, las prioridades establecidas en los propósitos de aprendizaje, las condiciones y características de los estudiantes, entre otros.
- Este calificativo debe guardar coherencia entre el calificativo final de las competencias y el calificativo anual del área curricular, por ejemplo:
El nivel de logro final del área NO puede ser mayor al máximo nivel de logro obtenido en las competencias. Cuando las competencias involucradas tienen un nivel de logro “En Inicio” (C), no podría obtenerse un nivel de logro distinto.
Cuando todas o la mayoría de las competencias involucradas tienen el nivel de “Logro Destacado” (AD) no podría obtenerse un nivel de logro distinto.
UNA EVALUACIÓN FORMATIVA DE TIPO SUMATIVA SE CENTRA EN PROPORCIONAR CONCLUSIONES SOBRE EL NIVEL DE LOGRO ALCANZADO POR PARTE DE LOS ESTUDIANTES, EN BASE AL ANÁLISIS DE EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE Y A TRAVÉS DEL JUICIO DEL DOCENTE.
Después de la calificación anual del área curricular el docente tendrá que hacer una conclusión descriptiva de final de año por cada estudiante, señalando avances, errores, dificultades y recomendaciones, explicando al padre de familia lo que el estudiante es capaz de hacer y lo que le falta por hacer, para que pueda ayudarlo.
Supongamos que un estudiante saque 14, 11, 14, 14, 11, su promedio sería 13, si lo pasamos a la escala literal, según el cuadro adjunto su calificación sería: A, B, A, A, B, su calificación sería B
20 - 18
17 -14
13 - 11
10 - 0
LO QUE NO SE DEBE HACER es evaluar con escala vigesimal las competencias y luego convertirlas a escala literal, empleando un cuadro de equivalencia, este procedimiento desnaturaliza la evaluación de competencias como veremos en el siguiente ejemplo:
Cada letra tiene que estar acompañada necesariamente de un enunciado que describa el nivel de logro en que se encuentra el estudiante y no de números, ya que estos (letras y números) dicen muy poco o casi nada respecto al desarrollo de competencias. En realidad se podría usar cualquier escala, pero si se usa la escala numérica tendríamos que describir 20 niveles de logro, lo que haría una evaluación muy compleja, exhaustiva y demandaría el desgaste de mucha energía para no poder describir exactamente lo que se gana o se pierde en cada punto.
[1] Tobón T., Sergio y otros. “Secuencias Didácticas: aprendizajes y evaluación de competencias”. Primera Edición. PEARSON EDUCACIÓN. México, 2010.
[2] CURRÍCULO NACIONAL DE LA EDUCACIÓN BÁSICA. VII ORIENTACIONES PARA LA EVALUACIÓN FORMATIVA DE LAS COMPETENCIAS EN EL AULA.
[3] Flores, E., Sandoval, J. y Cancapa, R. (2018). La evaluación de competencias en el aula. Fundamentos y procedimientos. Lima.
[4] Flores M. Elvis, Sandoval Jorge y Cancapa Ricardo. LA EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS EN EL AULA. Fundamentos y Procedimientos. Pag. 47. Febrero 2018. Lima-Perú.
[5] Flores M. Elvis, Sandoval Jorge y Cancapa Ricardo. LA EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS EN EL AULA. Fundamentos y Procedimientos. Pag. 139. Febrero 2018. Lima-Perú.