CENTRO CULTURAL SAN FCO.SOLANOCENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. ¡INCREIBLE! GLORIA CEPEDA VARGAS.

    Hemos recibido el presente trabajo de la eximia escritora y poeta Colombiana Gloria Cepeda Vargas


    ¡INCREIBLE!GLORIA CEPEDA VARGAS




    ¡Increíble!
    Gloria Cepeda Vargas.

    Con la falta de autocrítica que caracteriza a muchos de los “prohombres” que acá y acullá se pasan por la faja hasta el sentido del ridículo, el presidente Juan Manuel Santos acaba de acuñar estas palabras: “En Venezuela se pueden estar violando los derechos humanos, por eso hemos hecho un llamado a que se respeten”. ¡Ave María Purísima! ¡Qué clarividencia para otear, qué sagacidad para descubrir lo que hiede a milímetros de distancia! Es grande nuestro ilustre cachaco, ya que no le es extraño el acertado manejo de la añagaza disfrazada con ese condicional tan acomodaticio: “En Venezuela se pueden estar violando los derechos humanos…” Se pueden… se pueden… es factible… quizás… insinúa, ahíto el vientre y vacua la cabeza, mientras las hordas famélicas de un país que podría llamarse Venezuela o Haití, mueren por decenas de mengua o de hambre. Mientras Deicy Rodríguez, la ignara canciller de Venezuela, rechaza la ayuda humanitaria internacional “porque no necesitamos limosnas” y una especie de Buda tropical embutido en la chaqueta de las siete estrellas que patentó Hugo Chávez, repite como un disco el mismo sonsonete panfletario y ante la evidencia del derrumbe, se propone ¡Acabar por ley con todo lo que a represente oposición, incluida la Asamblea Nacional!

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    No nos digamos mentiras, la infinita tragedia humanitaria que amenaza con borrar del mapa hasta el ADN venezolano, la conocemos todos. ¿Cómo es posible que frente a un exterminio tan despiadado, tan cruel, tan inhumano, todavía los individuos que manejan esta tramoya, se permitan jugar al escondite? Con todos los desaciertos o improvisaciones que exhibe la arremetida de Luis Almagro al invocar la aplicación de la Carta Democrática en el caso Venezuela, es incomprensible esa actitud tibia e incolora de los países miembros de la OEA, con la honrosa excepción de Paraguay. Ahora irrumpen en ese panorama desolado esas bolsas de comida distribuidas arbitrariamente por los Clap solo entre sus conmilitones porque los escuálidos imperialistas y vendepatrias –calificativos destinados a los venezolanos de oposición, nacidos de la erudición verbal del comandante eterno- ¡no comen compadre el sagrado alimento rociado con el sudor de nuestro pueblo! mientras los niños del Hospital Infantil J. M. de los Ríos de Caracas, mueren en racimo y la violencia feroz de los colectivos armados por Hugo Chávez, repica en cada esquina.

    No sé qué pensar de la organización administrativa y política de los organismos internacionales. No entiendo el poder depredador de la fábula en mentes medianamente equipadas. No concibo por qué seguimos confundiendo democracia con complicidad y civilización con tecnología.


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